La Gran Manzana desde las 8 de la mañana


El día amaneció limpio, soleado. Al despertar esta mañana, gracias a las 4 alarmas que me puse, lo primero que hice fue ir a ver qué se cocía en Manhattan a través de mi ventana. Tengo que tener un poco de cuidado, pues las ventanas tienen un sistema de persianas un tanto extraño, y si no las cierras, te ve todo el mundo. Ayer sin ir más lejos compartí mi momento All-Bran con medio Manhattan...

La noche anterior fui previsor y preparé la mochila con todo lo necesario para el primer gran día de pateo puro y duro. Guías, mapas, algo de abrigo, un miniparaguas "pa por si acaso", y tabaco, un paquetito de tabaco.

Encontré la forma de hacer que saliese agua caliente, y tras una ducha rápida me eché a la calle. Nada más salir del hotel me puse a buscar un sitio para desayunar. Me apetecía algo medianamente parecido a lo que suelo desayunar normalmente, aunque sabía de antemano que no iba a ser fácil encontrar algo así por aquí. A unos 100 metros del hotel di con un sitio que anunciaba a los cuatro vientos que ahí se servían desayunos "por na y menos". Me pareció una buena opción así que entré. Fue dar unos pasos y me asaltó un jóven sudamericano hablándome en un correctísimo español:

Mire señor! Tenemos varias combinaciones para su desayuno, aquí tiene la carta!! - me dijo.
Pero... tanta pinta de español tengo? - le dije yo un poco sorprendido
El chico me miró de arriba a abajo y simplemente asintió con la cabeza, para después asaltar al siguiente cliente...

El caso es que tras ver que allí no servían nada ni remotamente parecido a una tostaita con "aseite y yor", pedí un "Combo 1", que consistía en huevos revueltos, salchichas y café, con un zumo de naranja de regalo.

Cómo le gustan los huevos señor? Escalfados, revueltos, en tortilla... - me dijo el camarero
Pues póngalos revueltos oiga - le dije

A los 5 minutos se vuelve a dirigir a mi...

Su combo nº 1 señor - me dijo satisfecho por su trabajo.

En el plato me encuentro una tortilla francesa, una hamburguesa, y un revuelto de patatas con tomate y cebolla. Lo miro, me mira, lo vuelvo a mirar...

Emm... pero no habíamos quedado en que los huevos iban revueltos y además me pondría salchichas? Es acaso esto un combo 1? - le dije un poco perplejo
Claro señor, revuelto y con salchicha me pidió no? - me dice el camarero mirando al plato, el cual evidentemente no se corresponde con la descripción.

Por unos segundos pierdo la noción del espacio-tiempo y empiezo a pensar que quizás aquí se llama salchichas a las hamburguesas, y que los huevos revueltos en realidad son una tortillita francesa... Viendo que iba a ser peor el remedio que la enfermedad le dije que todo estaba perfecto, justo lo que yo quería.

Después de almorzar a las 8.30 de la mañana saqué mi guía con mapa incluido (qué acierto), y puse rumbo al Empire State Building, el cual estaba incluido en mi New York Pass, y tenía todas las papeletas de ser el primer sitio que visitara en Nueva York, bien por que era gratis, bien porque estaba al lado...

Aún estando cerca, las entradas turísticas a los edificios famosos no están muy bien señalizadas, pero con todo y con eso al final di con la entrada al observatorio de la planta 86, que era lo que iba a visitar. Tuve que volver a pasar un estricto control de seguridad, en el que nuevamente vuelven a quitarme el cinturón... Además yo soy de llevar más mierda de la cuenta en los bolsillos, y el proceso de sacarlo todo, ponerlo en la bandejita, quitarse el cinturón, hacer todo lo posible porque no se me caigan los pantalones, poner la mochila, abrirla, convencer al de seguridad de que no tengo malas intenciones y demás historias, me acaban llevando un rato.



Esta fotografía me la tomó una chica de un grupito de gente, a la que le pedí el favor. A cambio me pidió que le hiciera una foto a su grupito. Hoy por ti, mañana por mi. La cara de dormío que tengo creo que está perfectamente justificada, teniendo en cuenta a la hora española que me acosté anoche... (6.00 de la mañana).

Esto es lo que se ve desde el observatorio de la planta 86 si miras hacia arriba. Ahí se puede subir, pero cuesta 15$ más, y tampoco es que subas mucho más...



Mi siguiente parada era Central Park, al final de la 7ª Avenida. El camino era largo, y ya me habían dicho que lo mejor era coger el metro, pero a mi se me metió en los huevos ir andando, porque otra cosa no, pero Manhattan tiene unas calles en las que da gusto perderse. De hecho, hoy mientras caminaba iba pensado que aún me resulta difícil de creer que esté aquí. Si no te propones asumirlo concienzudamente, Manhattan parece un decorado. De verdad, no sabéis la sensación tan extraña que tengo al caminar por sus calles. Es muy impactante, al tiempo que pareces estar viviendo un Deja-Vu. Hemos visto estas calles tantísimas veces en el cine que realmente parece que ya has estado aquí. Sobrecogedor...

A lo largo de sus calles iba fotografiando todo aquello que me parecía interesante, como sus edificios, la impersonalidad de la gente al caminar, o los pocos transehuntes que destacan sobre el resto, por su locura o indigencia tal vez. Ahora mismo tendría que coger un mapa para deciros las calles exactas, pero me he estado moviendo entre la 5ª y la 7ª a todo lo largo de la isla, hasta llegar a Central Park y volver por la 8ª, pasando por Broadway. Os cuento esto porque voy a poner ahora una serie de fotos más bien larga sobre el camino hasta el parque.

Esta niña tan divertida salió corriendo hacia mi nada más ver que sacaba la cámara!! Me dedicó su sonrisa :)




Este parquecito se llama Bryant Park, y se encuentra a medio camino de mi hotel hacia Central Park. Como todos los parques en Manhattan, se encuentra en un valle de cemento y cristal. En medio de los rascacielos te encuentras con esto, y es una putada, pues durante gran parte del día las sombras que proyectan los edificios le quitan cierto encanto al asunto. De todas formas por lo que he podido comprobar, este es un parque "de paso". Nadie viene aquí a hacer nada, salvo descansar. Hay mil y una sillas, que presupongo gratuitas, para que el personal se siente a descansar un poco las piernas, a modo de break. Esto se hace aún más evidente cuando te das cuenta de que la mayoría de la gente que se sienta aquí lo hace sola, sin compañía. Bien utilizando un portátil, bien tomando un "brunch" (el snack que se toma entre el desayuno y el almuerzo, y la palabra es una mezcla de Breakfast y Lunch), o bien hablando por teléfono.



Aquí en el Rockefeller Center se encuentra, entre otros, el Top of the Rock. Un rascacielos visitable desde el cual se ve el Empire State y Central Park, con unas vistas nocturnas acojonantes. Será interesante para verlo mañana, ya que hoy tengo los pies como la espalda de un costalero.

De camino a Central Park caí en que el MOMA (Museum of Modern Art) estaba casi de camino, y era un sitio que me hacía especial ilusión visitar, así que alteré un poco mi ruta para pasar primero por alli. El viajar solo y sin prisas tiene estas ventajas.



Por fin llegué al Hall de recepción del museo, del cual no tengo fotos porque aún siendo bonito, no hay nada comparable al hall del Louvre en París. La cosa pintaba muy bien, se respiraba modernidad y diseño por los cuatro costados, y después de dejar mi mochila en consigna me metí de lleno en el mundo del arte.

Bien, qué puedo decir... pues que hacía muchísimo tiempo que no disfrutaba tanto admirando el arte. Este museo, de grandísimo calado mundial, me ha cautivado por completo. Me recordaba en cierto modo al Pompidou de París, por su arquitectura interior. Todo muy "minimal", como a mi me gusta.

Recorrí todas y cada una de sus galerías con el detenimiento justo y necesario. Lógicamente, al tratarse de un museo de 6 plantas, no podía detenerme demasiado en galerías que no me interesasen del todo. De todas formas he intentado hacer las menos "trampas" posibles, y puedo decir que he salido tremendamente satisfecho, y por supuesto, sonriente.


Aquí he encontrado muchas de las grandes de los grandes: Matisse, Picasso, Pollock, Van Gogh, Warhol, Lichtenstein, y otros muchísimos desconocidos por mi, y mucho más actuales que estos últimos. Algunos de hecho aún viven y continúan su obra. También habían un par de salas con fotografías, geniales!!

Lo cierto es que me he perdido en varias ocasiones por las innumerables galerías de las que este museo dispone a lo largo de 6 plantas, pero lo he hecho con mucho gusto. Es uno de esos lugares que te atrapan desde dentro, y que mires donde mires, siempre encontrarás algo que te llame tremendamente la atención. Me he dedicado a ir cámara en mano por todas las salas y he de reconocer que en varias ocasiones lo que he visto me ha puesto los vellos de punta, cosa que no ocurrió en el Louvre, ni siquiera en el caso de la Gioconda.


Este es de Rotcko. Veo besos en él.









Esto creo que es la mínima expresión de un cuadro. Como si lo viera... "Cucha Paco! Tu me puede tené eso pa ayé??? Si ome sí, yo te pinto argo gonito esta tarde y mañana mismo lo tiene allí, tu no te enprocupe vale miarma?"





Como colofón, y para mi sorpresa, el MOMA dispone de un espacio para exposiciones temporales en la planta 6. Y en este caso estaba dedicada a un grandísimo artista, en primer lugar, y director en segundo lugar: Tim Burton. Todos hemos visto sus extravagantes películas y por mucho o por poco, todas dejaron cierta huella en nosotros. Véase Beatlejuice, Jack Skeleton en Pesadilla antes de Navidad, etc. La excentricidad de su autor se hace aún más notable en las decenas de obras gráficas, esculturas e instalaciones que se pueden encontrar en esta galería. Bocetos de sus personajes, cortometrajes, manuscritos, fotografías, y un larguísimo etcétera. Todo ello en un ambiente muy Burton, con poca luz y música con un cierto toque pesadillesco. Simplemente genial.






La noche estrellada de Van Gogh, algunas de las obras de Warhol o Lichtenstein, los "drippings" de Pollock, las horizontalidades de Rotcko, las cuadrículas de Mondrián, o la sala dedicada a Tim Burton han hecho que las casi 3 horas que he pasado en el museo hayan merecido la pena. Como curiosidad diré que justo antes de salir del museo vi un libro de Liechtenstein y volví a subir a su galería para ver de nuevo una de sus obras, ya que este Señor, con mayúsculas, es un genio del Pop Art.

Como diría Melissa Hindel: "Qué jarto estoy der mundo del arte!"

Tras salir del museo seguí mi camino hasta el Central Park. Por mucho que ayer lo plantease como primer destino, es imposible no detenerse de camino... :). Continué caminando hasta que por fin alcanzo el Columbus Square. Es una rotonda!!! La primera que veo aquí, teniendo en cuenta que todas las calles están organizadas en cuadrículas... Iba buscando una tienda de deportes en las que te alquilaban unas bicicletas para utilizarlas en el parque, y después de mucho marearme para dar con el sitio, la dependienta me dice que la broma me va a salir por 40 dolarcillos de nada, pero que incluía un guía... No sabía como salir de allí, así que me inventé que iba a recoger un amigo, que no se fueran sin mi.

Total, que entre el frío que empezaba a hacer y que de momento no había conseguido una bici barata, estuve a punto de abandonar la idea de ir hoy a Central Park. Sin embargo, al final, en un ataque de decisión express, me acerqué a dar una vueltecilla. Ya no había mucho sol, y no disponía de mapa (el parque mide 4 kilómetros), así que me pasé al menos hasta la pista de patinaje que hay a unos 15 minutos de la entrada para fumarme un piti en la tranquilidad de mi total y absoluta soledad.



A la vuelta me vine por la 8ª avenida, la cual, si eres hábil mirando el mapa, te lleva muy cerca del museo de cera Madamme Tussaud's, el cual también está incluido en mi tarjeta de New York... Estaba claro que ese museo era una visita opcional, pero total, si estaba incluido...

Antes de ir al museo tenía que comer algo. Saqué una de las guías que llevaba en la mochila, en la cual habían ciertas recomendaciones para comer. Por la zona se encontraba un sitio muy famoso, el Carnegie Deli. Los "Delis" son, para que entendáis, esos bares/restaurantes de barrio en los que se come con mucho ruido, todas las mesas pegadas, barato y en cantidad. Pues eso, pero además imaginad que se trata de una cadena, y que te encuentras uno cada 5 o 6 manzanas. Cada uno es independiente, pero todos se llaman "lo que sea Deli".

Este Deli concretamente aparece en las guías por lo salvaje de sus platos. Y no por que pongan alimañas en extinción para comer, sino por la cantidad de comida que ellos creen que te vas a comer. No es barato, pero debido a la cantidad, la relación cantidad-precio sale tremendamente positiva. No es ningún secreto, si miráis cualquier guía de Nueva York, que hay un sandwich maldito llamado Woody Allen. Este "sandwich", y lo entrecomillo porque no encuentro una palabra adecuada para describirlo, consta de dos ridículas lonchas de pan rústico con pipas y demás historias, que tratan de envolver (sin conseguirlo) alrededor de 1 kilo de ternera fileteada. Así de simple. Os dejo una foto del especímen. Nada, para matar un poco el gusanillo...


No sé lo que parece aquí, pero os puedo asegurar que el tamaño es descomunal. Sí es cierto que en las fotos parece algo más pequeño, pero si miráis el tamaño del tenedor, o del plato por ejemplo... ese plato tenía el tamaño de 3 campos de fútbol, para que os hagáis una idea.



Ya lo había visto en vídeo incluso, pero no quería pasar por la zona de Carnegie sin echarme al cuerpo un Woody Allen. Cualquiera que me conozca sabe que de lo que sale en la foto no me comí ni una décima parte. Estaba bueno, la verdad, pero esas cantidades no están hechas para mi, ni para la mayoría, quiero suponer y supongo.

Como este sitio tiene las mesas tan pegadas, a mi derecha se sentó una pareja joven, de mi edad tal vez, y al ver mi comida cuando me la trajeron fliparon un mucho. De hecho le pedí a ellos que me hicieran la foto y estuvimos un rato charlando. Eso sí, no de comida, por Dios...

Justo antes de marcharme llamé a la camarera, una mujer japonesa de mediana edad. Le pregunté si había conocido alguna persona que se hubiera terminado por completo ese monstruoso sandwich maligno, y me dijo que sí. Conoció a una chica japonesa que se lo comió enterito, y que después pidió una tarta de queso de postre. La chica murió seis veces, pero revivió para pedir otro más. Al parecer, según me contó la camarera, en Japón la ternera tiene un precio totalmente prohibitivo (100 dólares por 100 gramos de carne), y por ese motivo cuando vienen aquí se pegan unas señoras pechás de comer carne. El precio del sandwich y la bebida fueron 27 dólares, ahí es na.

Bien, pues una vez que había llenado mi estómago con algo de comida sana, continué mi camino de vuelta hacia el Museo de Cera. Lo bueno de la New York Pass es que llegas a los sitios y te saltas todas las colas, lo cual es muy interesante, ya que toda la cola te mira con cara de "ya te coheré, ya te coheré...".

El museo en sí no está mal. De todas formas lo considero una visita opcional. Ya había estado en el Madame Tussaud's de Londres, y bueno, por ser la primera vez pues te impresiona más, pero en este caso no deja de ser más de lo mismo con algunas caras nuevas. Estos americanos organizan muy bien todas las atracciones, porque es tipo IKEA: Una vez entras ya tienes que vertelo enterito... y como vuelvas atrás la lías. En la mitad del recorrido tienes que pasar por una parte chunga, algo parecido al pasaje del terror de la feria, pero tú solo hermano. Ahí no hay colegas pa reirse... La verdad es que ha sido un poco agobiante, porque venía de una zona con mucha luz, y eso está en oscuridad casi total, así que imaginad los gritos de "ehhhhhhh, shhh, que susto me has dao", pero además en español... cágate.

Este es el hall del Madame Tussaud's. En esa foto, tan solo 2 personas son de verdad. Lo demás son muñecajos de cera de cirio.






Mira Madonna, qué fina y elegante está aquí. Qué clase, que enterismo!



La verdad es que esta niña no es fea del to.



A esta la veo el Domingo en el Gospel...


Y por último he pasado por otra zona de Broadway con infinidad de teatros. Pegada a Times Square, Broadway, etc. Esta zona me gusta mucho, es muy llamativa y realmente te hace ser protagonista de tu propia peli. Aunque pensándolo bien, ¿no era eso de lo que se trataba todo esto?... :)




Esto era una alternativa al sandwhich del mal...




Al llegar al hotel he tratado de convencer al recepcionista de que me deje fumar en la azotea, que está una planta por encima de la mía, y no que tengo que bajar cada dos por tres 8 plantas pa jumá! Ma disho que nanai.

Ahora sólo me queda relajarme un rato, pensar en algún sitio lo menos asqueroso posible para cenar, y volver a revivir todos y cada uno de los momentos que he vivido hoy, porque no hacen más que hacerme sonreir. Parece que Siete días en la Gran Manzana ha empezado mejor de lo que pensaba ;)

Buenas noches a tod@s!!!!!

Mañana más y mejor, como solías decir.