Los sueños que quisieron hacerse realidad


Dicen que todo lo que tiene un principio tiene un final. También dicen que lo bueno dura poco, o que lo bueno viene en botes pequeños. No creáis todo lo que os dicen.

Faltan pocas horas para mi marcha, pero esta aventura no termina para mi. Esta aventura es y será mi pequeño gran reto personal, el cual superé con creces, y siempre me acompañará. Nunca dejaré de sonreir cada vez que relea alguno de mis relatos, o algunos de vuestros comentarios. Siempre tendré una sonrisa en la recámara para cuando vuelva a ver alguna de las fotografías que tomé. Y siempre habrá una sonrisa disponible para todos vosotros cada vez que queráis escucharme hablar de mis “Siete días en la Gran Manzana”.

Metí mis miedos e inseguridades en una caja hermética y serán enterrados en los bajos del 373 de la 5th Avenida para siempre. Ahora vuelvo a casa, con las pilas cargadas, con otras metas y retos personales, y sobre todo con muchas, muchas ganas.

Tal vez mañana o pasado sienta nostalgia por todo esto. Sí, no lo niego. Pero esa nostalgia no será como la que todos conocéis. Mi nostalgia estará representada siempre por una sonrisa y una mirada que no mira. Eso es lo que me ocurre siempre que algo me hace feliz.

Sonrío al recordar mis primeros pasos en esta ciudad. Un tipo que venía en busca de respuestas, y que quería que el 9 de marzo fuera el primer día del resto de su vida. Así será.

Han sido casi siete días permitiéndome conocer una ciudad que ha sido una respuesta en sí misma para mis eternas cuestiones. Me he dejado llevar por los ríos humanos que, junto a mi intuición y poca orientación, me han llevado a sitios dignos de ser soñados.

He paseado cafés mañaneros por las aceras de la 7th Avenida mientras miraba mi mapa en busca de mi siguiente destino. He corrido para cruzar sus calles y retorcido mi cuello para abrazar sus rascacielos. He volado por encima de mis sueños de la mano de mi imaginación y una chispa de magia. He derramado dos lágrimas, una por cada ojo, que cayeron desde lo alto del Top of the Rock. He preguntado mil veces por una dirección, y he dicho otras mil “Thanks a lot”. He fumado poco!, aunque no lo creáis... He paseado por Broadway, donde siempre parece de día, y he cantado "I wanna live in America" en West Side Story. He sido un buen chico y no me he metido en líos, y me he levantado siempre temprano! He crecido siendo el creador y sufridor de mis propias consecuencias... En definitiva, he sido un invitado a este espectáculo para los sentidos, en el que por arte de magia, me han convertido en alguien que no podrá jamás borrar la sonrisa de su cara. Le pedí a Manhattan que no revirtiese el truco...

Al llegar y darle la mano a la que sería mi casa durante los próximos siete días sentí cierta soledad, pero fue diluyéndose a medida que sus innumerables luces, formas y colores me mostraban el camino correcto para comenzar, tal y como quería, el resto de mi vida. Una vida que a partir de ahora estará impregnada de altas dosis de seguridad en mi mismo, ya que aunque pareciese una decisión precipitada, esto era algo que tenía que hacer si no quería caer en barrena.

Manhattan, el barrio que me acogió con los brazos abiertos desde el minuto uno, me ha mostrado muchas cosas importantes, como que no todo depende de los demás y que mi opinión y sentimientos también cuentan. Manhattan me ha hecho dar un golpe en la mesa para decirle al mundo que aquí estoy, listo para regalaros una sonrisa y compartir con vosotros la magia que me ha recorrido de la cabeza a los pies durante estos días. Siempre me gustó la magia.

Me he dejado muchos lugares por conocer, mucha gente por saludar, y muchas emociones que sentir. Pero me conformo con lo vivido. Si Dios quiere algún día podréis leer “Siete días en la Gran Manzana, el regreso”.

Cuando escribo, lo haga mejor o peor, soy totalmente sincero. Creo que es el único medio que he encontrado para dar a conocer qué pienso o siento en cada momento. Y si tengo que reconocer algo, es que aunque físicamente viajase solo, os puedo asegurar que todos y cada uno de vosotros me habéis acompañado en cada momento. Siempre que me encontraba en un lugar especial, o estuviese viviendo una experiencia memorable, os tenía presentes.

Es curioso cómo el hecho de proponerme ser mi propio generador de sonrisas no excluye que piense en vosotros mientras vivía mi aventura. En el fondo parte de esta aventura es vuestra también, ¿no creéis? :)

Disfrutaba como un enano escribiendo cada noche este diario desde mi mesita, únicamente bañada por la ténue luz de una pequeña y antigua lámpara incandescente que me iluminaba cuando perdía la chispa, así como tomando cada una de las fotografías que ordenan cronológicamente mi paso por esta gran respuesta a mi vida. Ha sido realmente gratificante sentir que había tantas personas esperando a leerme cada noche, como si fuese otro capítulo más de su serie favorita, jaja. Siempre sentía un extra de ilusión cada vez que me encontraba con un nuevo comentario vuestro, y como Bastian en La Historia Interminable, me enterraba en mantas para protegerme del frío y los leía siempre sonriente :). Además, como sabéis, siempre incluía un tema musical para que pudiéseis poner banda sonora a la gran aventura. Los que me conocen saben que pienso que cada momento importante de nuestras vidas debería poder ser recordado con una canción.

¿Y qué pasará a partir de ahora? Pues no lo sé con seguridad, pero quizás me plantee escribir otro blog, de otra temática tal vez. O quizás cuando ahorre un poco me marche a otro lugar. Creo que le he cogido el gustillo...jaja. En cualquier caso sólo os diré que lo que venga, sin duda será genial. Y sí, aunque estos hayan sido siete días de yo, me, mi, conmigo, siempre estaré dispuesto a compartir con vosotros la fábrica de sonrisas que he instalado en mi interior, porque no hay nada más intenso y auténtico que una sonrisa que no puedes evitar devolver al que te sonríe primero.

Manhattan se despide de mi llorando. Además ha utilizado al viento para ralentizar mi paso hacia el resto de mi vida, pero tiene que entenderlo... Ya he hablado con ella, y bueno, me ha costado hacerla entrar en razón, pero al final la he convencido de que volveré para saludarla de vez en cuando, por los viejos tiempos. Estoy seguro de que ha sido ella quien ha desatado este temporal para impedirme terminar de disfrutar sus más bellos rincones, y que con ello no tuviera más remedio que volver... Qué hija de la gran puta... ;). Se hace querer, ¿verdad?

Solo me queda daros las gracias a tod@s, lectores, amigos, familia incluso, por seguirme durante estos días. Gracias por haberme acompañado a tantos lugares con los que soñar. Gracias por haber creído en mi desde el principio, sin reproches y con todo el apoyo del mundo. Gracias por aparecer por mi cabeza en forma de kit de abrazos... Y sobre todo GRACIAS, por haberme convertido en alguien con un corazón que no le cabe en el pecho... porque os llevo a todos ahí apiñados... y de momento compartís corazón con mi querida Manhattan... ;) (Estoy pensando en ampliar el corazón, ya sabéis, para que estéis más cómodos...)

Con lágrimas en los ojos y una cálida sonrisa me despido desde la habitación 808 del Hotel 373 de Nueva York, la casa que me permitió soñar despierto mientras deshacía uno a uno todos los nudos de mi garganta.

Perseguid vuestros sueños, porque en algún momento se cansarán de huir de vosotros.

Ahora vuelvo a creer en mí ;) Os veré pronto!

Rubén

NYC ' 10



Ya lo venía avisando el personal del hotel... Se preveían lluvias constantes y vientos más bien fuertes para este fin de semana, y tengo que decir que llevaban razón. De todas formas eso no fue motivo para detenerme en mi propia recta final. Agüita a mi...

Como si me estuviese preparando para una gran batalla, en cuanto terminé de ducharme me puse la chaqueta más gorda que tengo, cogí el paraguas de propaganda más pequeño que existe, y tras hacer el checklist (llave, guía, cartera, cámara y pasaporte) salí del hotel en busca de más experiencias newyorkinas.

La sensación térmica era de unos 2 o 3 grados como mucho, debido al viento tan intenso que hacía. Eso sí, es extraño pues no era constante. Había intervalos en los que ni llovía ni venteaba... qué extraño.

La noche anterior tuve que sentarme tranquilamente y, bolígrafo y libreta en mano, tuve que decidir cuáles iban a ser mis próximos y últimos destinos en la Gran Manzana, pues evidentemente sigue habiendo muchísimas cosas interesantes, pero desgraciadamente mi tiempo se acababa.

Como más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer, seguí mis propios pasos y volví a desayunar en el mismo kiosko que ayer. Café en una mano y pastelito en la otra, me metí de lleno en el carril que me llevaría a mi primera elección del día: Final de la 5º Avenida.

Allí, ya casi rozando Central Park, me encontraría con una tienda que muchos desearían pisar, aunque tan solo fuera para mirar: La Apple Store. Sí, es ese sitio donde varias decenas de personas con cierto gusto informático acuden para probar y conocer las últimas novedades de la firma Apple. Como si de una boutique de renombre se tratase, allí dentro se respira lujo.

Nada más llegar a la plaza donde se encuentra la Store te encuentras con un gigantesco cubo de cristal en cuyo centro brilla una gran manzana iluminada. Justo debajo, las escaleras que me llevarían al subsuelo informático. Curiosamente la tienda es bajo la superficie.




He de reconocer que esta gente sabe como llamar la atención... aunque yo obviamente no comprase nada :).

Tengo que decirlo: Justo antes de entrar en la Apple Store pasé por Tiffany & Co. Sí, la tienda de diamantes. Un diamante será para toda la vida, pero desde luego yo he bicheado la tienda en menos de 2 minutos. Esas cosas no están hechas para mí. Creo...

Después de salir de la Apple Store tenía que continuar mi camino por la 5th Avenida, siguiendo la orilla Este de Central Park, de manera que pudiera entrar a verlo siempre que algo me llamase la atención. Además, a mitad del parque encontraría el Metropolitan Museum, mi siguiente parada.

Cuando llegué al museo sabía de antemano que no iba a poderle dedicar el tiempo necesario. Se trata de un edificio enorme que cuenta con un elevadísimo número de obras de arte, desde Egipto hasta la actualidad, pasando por el Medievo, etc. He de decir que hoy he empezado a notar el cansancio acumulado, pues los trotes que me estoy dando no son de este mundo. Hay quien decía por aquí que por qué no cogía el metro. Pues diré únicamente que aunque andar tanto canse un huevo, las sensaciones que voy descubriendo a medida que veo como cambia todo a mi alrededor en tiempo real según voy avanzando o retrocediendo en mi camino no tiene precio. Prefiero estar cansado y con los pies pidiéndome una muerte rápida a perderme los rincones más bellos de la ciudad por ir viajando bajo tierra en el metro... El caso es que me he tomado la visita a este museo como un "paseo" por el mundo del arte. Sí, me he detenido en bastantes ocasiones para ver e incluso fotografiar algunas obras, pero la mayor parte del tiempo he estado paseando por dentro del museo.

En la mitad del recorrido paré en la cafetería a tomar algo, pues estaba sediento. Todo estaba abarrotado de gente, y sentarse no sería tarea fácil. Mesas ocupadas, gente de pie... Al fondo, no muy lejos, vi una pareja de unos 55 años tal vez. Vi que ocupaban una mesa de 4 personas y le eché un poco de cara al asunto. Me acerqué a ellos y les pregunté si sería una molestia que me sentara allí un rato para descansar. Por supuesto me invitaron a sentarme con ellos, y eso me llevaría a una conversación de más de una hora con aquellos dos desconocidos: Carol y John.

Carol iba al médico, tiene problemas en los huesos. Y John no es su marido, sino su primo. Siempre estaba reprendiéndola: "Carol no hagas esto, Carol no digas lo otro..." La pobre Carol no paraba de decirme por lo bajo que él en realidad era muy buena persona... jajaja. La verdad es que los dos eran muy agradables, y estuvimos hablando de muchas cosas. Historia de América, sitios en los que podía tomar determinadas fotografías, museos poco conocidos... También estuvimos hablando de mi, de mi profesión, e incluso de mi inglés. Carol me dijo que hablaba muy bien, y que tenía un marcado acento inglés. Se reía cuando decía "a bit more" con acento inglés.

John estuvo varias veces en Barcelona, y a Carol le encantaría visitar Sevilla, además me ha fichado como guía... En fin, por motivos de agenda únicamente, tuve que dejarlos discutiendo allí como la pareja que no eran, para seguir con mis obligaciones aventureras.

Continué mi visita por el museo, pero a sabiendas de que tendría que abandonarlo en poco tiempo. Creo que estuve allí unas 3 horas, contando con la hora que estuve hablando con Carol y John, y doy fe de que es totalmente insuficiente. Calculo que serían necesarias unas 7 u 8 horas para ver el museo completo, con cierto grado de detenimiento, pero ni mucho menos para deterse en exceso. Os dejo algunas de las fotografías que tomé en este lugar.















Al salir del museo el viento y la lluvia empezaban a ser preocupantes. Prácticamente llovía de forma horizontal, y mi propagandístico paraguas empezaba a preparame un disgusto... Tenía que caminar con el paraguas delante de mí, a modo de escudo contra la malvada lluvia, y en más de una ocasión se me puso del revés... y todo ello cámara en mano, mochila hasta los topes, y pantalones chorreando.

El caso es que mirando mi guía vi que un par de manzanas más abajo había un Zoo. Cualquiera que me conozca sabe que no hay zoo que se precie que no acabe visitando. No sé qué tendrán pero a mi me atraen como un imán. De todas formas sabía que era un zoo "pequeñito". Nada a lo grande, y es extraño, pues aquí poco está planteado para no ser a lo grande.

Fue curioso el momento en el que pasé de estar a muy pocos grados sobre cero a unos 25-30 grados que había en la primera sala: El Trópico. Se ve que estos animales (principalmente aves) necesitan esas temperaturas para no palmarla, y en cuanto entré se me empañaron todos los cristales que llevaba en ese momento: Gafas, ópticas de la cámara, e incluso diría que los propios ojos... Tuvieron que pasar varios minutos y un buen puñado de clinex para dejarlo todo seco y operativo. Ya podía tomar fotografías.

No sé qué tienen los leones marinos y las focas que disfruto como un niño chico cuando los veo. Son como "perros" de mar!!




En cuanto salí del zoo me propuse cruzar al lado oeste (West Side) de Central Park, que me llevaría a dos sitios que quería visitar: El Strawberry Field (donde se encuentra el famoso santuario de John Lennon, justo frente al edificio en el que fue disparado), y por otro lado el Museo de Historia Natural. Me levanté hoy con ganas de ver museos oiga.

Describir cómo fue mi busqueda del Strawberry Field puede hacerse con una sola palabra: Odisea. Imaginad un parque de más de 4 kilómetros de largo por uno 1 de ancho, lloviendo a quemarropa y sin un triste mapa del parque. Tras preguntar a una chica que pasaba por allí, encontré el lugar.


Muy cerca de ahí está el edificio Dakota, donde vive Yoko Ono. Al parecer vive en el ático. En este punto la lluvia y el viento eran tales que sacar la cámara hubiera sido un suicidio, así que el único recuerdo que conservo está sobre mi cuello.

Cuando conseguí salir de Central Park seguí caminando en dirección a la 72nd, donde me encontraría con el Museo de Historia Natural. Si el anterior museo lo vi paseando, éste prácticamente lo vi corriendo... Ya no podía seguir viendo museos, pues a estas alturas ya sería contraproducente. Sin embargo, creo que he elegido bien mis destinos de hoy, pues las alternativas que tenía eran en la calle y hubiera acabado de agua hasta las vertebras. Algunas fotos del Museo.






Empezaba a tener hambre, así que aproveché que llovía a mares para comprar algo de comer en uno de esos kioskos en los que te preparan comida turca y asiática, y que además estaba al lado del museo, con lo cual podría comer tranquilamente en sus soportales mientras amainaba el temporal.

Todos los que nos sentamos allí tuvimos que saltar de nuestros improvisados comedores debido a una bandada de palomas con diarrea que anidaba en dichos soportales. La confusión y la risa eran totales: Tengo algo en la espalda? Mírame bien que creo que me han cagado!

En este punto el dolor de pies empezaba a ser un problema, así que como lo correcto era buscar ua solución tomé un taxi hasta mi siguiente parada: El lado oeste de la isla. Allí me esperaría un barco que me llevaría alrededor de la isla para ver su atardecer. El problema es que el taxista se metió por una zona un poco aglomerada de tráfico y justo al llevar a la ventanilla de tickets del barco me dijeron que acababa de zarpar... Vaya por dios, si no puedo ir mañana no me quedará más remedio que sustituir esa atracción por otra.

El conductor del taxi, nigeriano, fue muy simpático conmigo. La verdad es que aquí son casi todos/as muy simpáicos/as.

Bien, pues me encontraba en el puerto oeste de la isla, un lugar poco transitado por transehúntes, aunque sí por muchísimos vehículos, ya que se trata de una autovía. El problema era que se trataba de hora punta, y tratar de conseguir un taxi a esa hora se convirtió en tarea imposible... Llegué a parar hasta a 3 taxis, y los 3 se negaron a llevarme a Times Square. Se ve que aquí se reservan el derecho de llevarte a tu destino si a ellos les conviene. En mi caso, llevarme hubiera supuesto muy poco beneficio debido al tiempo que hubiera tenido que emplear el taxista para llegar a Times Square y recoger a otra persona, para matar dos pájaros de un tiro.

El "problema", y lo entrecomillo porque después comprobé que lo mejor que pudo ocurrirme ese día fue que los taxistas se negaran a llevarme, es que cuando miré el mapa me di cuenta de que estaba en pleno corazón de Harlem...

No es una zona peligrosa, al menos de día. Realmente no me gustaría estar allí en noche cerrada... Se trata de un lugar mágico. No es ni más ni menos bonito, es simplemente mágico. Se respira humildad y supervivencia, pero no a costa de los demás. Hay mucho respeto en Harlem, al menos eso es lo que me ha parecido. La gran mayoría son personas negras, y hay una iglesia cada muy pocas manzanas. Ahí es donde iré el domingo, por cierto.

En mitad de Harlem encontré un sitio llamado "Mesón Sevilla" escrito con letras de azulejo, y del cual salió una chica al percatarse de que yo estaba allí de pie mirando el lugar, y al final estuvimos otro rato hablando. Todo empezó por "yo sí que soy de sevilla, no como vosotros jaja"

No tengo fotos de este bar "sevillano" porque tocó otro intervalo de los de lluvia a mala idea. Sin embargo, sí que tengo algunas instantáneas de un rato anterior, en el corazón de Harlem.








Al no haber ningún taxista dispuesto a llevarme tuve que cruzar desde la 11th hasta la 5th andando, una vez más. A medida que vas acercándote a la 6th ves como los edificios dejan de ser como los de arriba en las fotos, para ser más modernos y preparados para rascar un poco el cielo...

Aceleré mi paso para llegar lo antes posible a la 46th con Broadway, que es donde existe la mayor concentración de teatros de la zona. En vista del tiempo que hacía hoy, seguir en la calle hubiera sido de locos.

Si bien esta mañana crucé Central Park para llegar al West Side, no me quedaba más remedio que culminar la noche con West Side Story en Broadway... :) Compré mi entrada en el 3er balcón y me marché corriendo al hotel para descansar un poco. Aún tenía hora y media de relax, en la cual me di uno de los mejores masajes que me he dado yo mismo en los pies. Qué alivio más grande Dios mío de mi arma!!!

Como lo bueno dura poco, enseguida tuve que djar de automasajearme y puse rumbo a Broadway una vez más.

Qué teatro más llamativo... Ciertamente es precioso, y la obra me ha resultado muy carismática, así como las voces de sus protagonistas. Ríete tú de Operación Triunfo...

Tras hora y media de función puedo decir que me siento satisfecho: He visto un musical en Broadway, y demás lo he hecho con clase. Ciertamente el musical es espectacular. Las coreografías, así como la escenografía, han sido subilmes.

Al salir de la obra no me ha quedado más remedio que comprar algo de comer en otro de esos kioskos turcos, además para llevármelo al hotel. Como anécdota diré que por costumbre le dije al chico "for take a way please", y el tío me miró como diciendo "Seguro? Como quieras! Pero si quieres te metes aquí conmigo y te lo comes tranquilamente (el kiosko tendrá un metro cuadrado, no más).

Bien, he regresado a casa, cenado, fumado, y ahora mismo puedo decir que estoy literlalmente al borde del colapso. Qué sueño más intenso tengo!!! Pero no tanto como el viejote que se sentaba a mi lado derecho ene l musical, al cual he tenido que despertar en un par de ocasiones porque me molestaban sus ronquidos y su forma tan extrña de recostarse en mi pierna cuando se quedaba dormido.

Ahora me marcho a dormir, porque me lo merezco :). Advieto que si mañana llueve de esta manera, tal y como suena por las ventanas de mi habitación, tendré que abortar misión en cuanto a lo de la WebCam. Espero que sea posible hacerlo, puede ser curioso, no creéis? Estad atentos por si no llueve demasiado.

Ahora os dejo a tod@s, voy a dormir porque empecé a cerrar los ojos involuntariamente desde hace una hora....

Buenas noches!!!!!

El día que salí por una webcam de Manhattan

Hola a tod@s! Este post será cortito, pues solo es para deciros que estaré en la esquina de la 46th con Broadway el Sábado a las 16:30, hora española, y con eso os saludo desde allí :D.

Tenéis que entrar en esta dirección: Yo en la Webcam de Manhattan

Justo debajo del recuadro de vídeo hay un listado grande de webcams que podéis seleccionar (Cam 2, Cam 3, Cam 4... y así sucesivamente). Yo estaré en la Cam 2, ok?

No creo que esté allí mucho rato haciendo el mongolo...jajaja, pero al menos estaré unos minutillos. Si alguien fuera tan amable de hacer una captura de pantalla para que quede para el recuerdo... os lo agradeceré :). Podéis enviarla a mi correo electrónico (rubengalvez04@yahoo.es).

Recordad: Sábado a las 16:30 hora española, Cam nº 2. Sé que es una hora un poco rara, pero antes es demasiado temprano aquí y no me daría tiempo a llegar, y más tarde aquí ya es de noche y no se verá nada.

Buenos días desde NY!!



Hoy ha sido un día espectacular. Eso sí, estoy realmente cansado. He caminado por más de 8 horas, y tan sólo me he detenido dos o tres veces para descansar. Menos mal que cogí los zapatos negros hoy, ya que las Timberland aún están muy nuevas y ayer ya me hicieron rozaduras...

La mañana comenzó muy bien. "Donde fueres haz lo que vieres", dicen, así que lo primero que hice tras salir del hotel fue buscar uno de esos quioscos auténticos en los que la mayoría de trabajadores newyorkinos con prisa se detienen un instante para comprar algo y comérselo "on the way", y lo mejor, por 2 dólares. Yo pedí café, por supuesto, y un croissant. Tenían otras cosas de comer, pero se me parecían más a un almuerzo que a un desayuno... y ya tuve bastante ayer con la bromita del combo nº 1.

Café y croissant en mano me fui a un parque que estaba de camino a mi destino de hoy: Downtown, la zona sur de la isla de Manhattan. Me senté en un banco, junto a otros cuantos madrugadores que compartían intereses culinarios conmigo, y por supuesto, junto a un buen número de ardillas correteando por allí.

Después del desayuno seguí caminando hacia el sur, y ya empecé a notar cómo iba cambiando el aspecto de lo que me rodeaba. Ya no había tanto orden en sus calles, ni en sus edificios. Aquí se empiezan a mezclar edificios modernos con otros de más antigüedad, pero con igual encanto. Si bien la arquitectura de esta zona es más heterogénea, sus gentes también lo son. El Downtown comprende, entre otras, las zonas de Soho, Noho, Nolita, Chinatown, Little Italy y la zona financiera, el World Trade Center, con su zona cero incluída. De ahí la mezcla racial tan importante que hay, ya de por sí existente en la zona central de Manhattan, pero de manera mucho más notable.

Ya con la lección bien aprendida me sentí muy newyorkino cuando cruzaba las calles el primero, aun estando en rojo, pues es lo que se hace aquí. Por supuesto siempre lo hacía mirando a ambos lados, tranquil@s. A medida que iba acercándome al sur iba encontrando multitud de tiendas, y por lo que se ve, todas van a cerrar, porque la mayoría tenían un descuento de hasta el 80%...

Según el mapa no me quedaba mucho para llegar al parque del City Hall (Ayuntamiento), pero caminaba y caminaba, y de verdad, no veía el fin. Después de un buen rato andando me detuve un momento en un escalón de un parque, que para mi fue como el mejor de los sofás. Ahí, tras un rato buscando la calle Fulton, me doy cuenta de que aún me faltaba muchísimo camino por recorrer... Tiene que haber algún fallo de proporciones en el mapa que tengo, pues no es normal la panzá de andar que me he pegao hoy...

Las calles de esta zona tenían un encanto especial. Podías ver como las escaleras de incendio adornaban literalmente las fachadas de los edificios, de mil colores todos ellos. Marrones, blancos, de cristal, incluso amarillos! Se respiraba un ambiente diferente. Aquí la gente sí que te miraba a los ojos, y parecían decir "Sí, aquí no hay tanto glamour como en Time Square, pero aquí es donde vivo". Un lugar con muchísimo que ofrecer.

Ya acercándome al distrito financiero me detuve a fumar un piti en una plaza bastante grande, desde la que se veían los juzgados.


Estuve sentado un rato, porque ya en este punto tenía un dolor de pies considerable, y lo peor estaría por llegar...

Seguí mi camino atravesando Tribeca, otra zona muy interesante cerca de Soho, aunque con características parecidas. Dejé Chinatown a mi izquierda, porque quería regresar por ese camino, para verla con detenimiento.

Por fin llegué al final, al sur de la isla. Ya sólo me quedaba pasear por allí un rato, disfrutar de sus postales vivientes, y hacer alguna que otra fotografía interesante. Di un par de vueltas al parque del City Hall, me perdí un par de veces para encontrar la zona cero, y luego bajé por la calle Fulton al puerto, un sitio realmente bonito.

Esto es la Zona Cero, donde cayeron las Twin Towers. Detrás de esas vayas azules está el gran socabón, y la cosa va para largo, porque al parecer hay mucho politiqueo en el asunto, y no hay manera de que se pongan de acuerdo en qué van a montar ahí.



Aquel puerto me recordó mucho al del Maremagnum de Barcelona. Muchos restaurantes con vistas al río Hudson, tiendas de souvenirs, y barcos, por supuesto.

Al fondo encontré una pareja a la que le pedí que me hicieran el favor de tomarme una fotografía.

La verdad es que se echa de menos un buen dedo que sepa disparar bien una cámara... pero bueno, qué le vamos a hacer, los pobres hacen lo que pueden y me sacan del apuro. Después de devolverles el favor tomándole yo en este caso un par de fotografías para el recuerdo, disparé otro par de veces para mi.





Otro de los motivos por los que tomé la dirección del puerto era porque sabía que por allí cerca se encontraba la exposición "Bodies". A algunos os sonará... Es esa en la que se muestran cuerpos reales, con sus músculos, huesos, y todo tipo de órganos vitales. Lo sobrecogedor es que se trata de cuerpos reales. Impresiona un poco, pero merece la pena. No dispongo de fotografías porque me prohibieron hacerlas...

Bien, una vez había pateado todo el Downtown, el centro financiero y demás historias, tenía claro que iba a volver a casa atravesando Chinatown, para seguir esta tarde noche por la zona del centro. Lo bueno de viajar solo es que puedes cambiar tus decisiones sobre la marcha sin tener que dar explicaciones :). A lo lejos vi el puente de Brooklyn... y no me quedó más remedio que aventurarme a cruzarlo. Tenía varios factores en mi contra: Me meaba desde que era chico y empezaba a tener hambre. El puente es bastante más largo de lo que parece, y la media hora no te la quita nadie, a paso rapidito. Me la jugué al voy sí o sí, y salió sí.

Tenía que darme prisa, pues quería matar dos pájaros de un tiro: mear en el sitio en el que fuera a comer. Esto es así porque está muy mal visto entrar a mear a un sitio en el que no vas a consumir. Hay sitios en los que no pasa nada, pero a mi ya me han llamado la atención un par de veces.

Por muy rápido que quisiese ir, el puente de Brooklyn, paralelo al de Manhattan, tiene un inconveniente común a todos los puentes: hasta la mitad todo es cuesta arriba. Sí, no se trata de una cuesta muy pronunciada, pero lo suficiente como para que estés deseando llegar a la mitad. Es curioso, porque en lo que sería la zona central del puente hay muchos bancos para sentarse. Se ve que no soy ni el primero ni el último que va arrastrando el hígado por el puente.

Con prisa o sin ella, estando en el puente de Brooklyn todo lo que ves es digno de ser admirado y fotografiado. Dejo detrás un skyline formado por un buen número de rascacielos, a mi izquierda un puente de Manhattan que parece competir con el de Brooklyn, a mi derecha el río Hudson perdiéndose en la inmensidad del océano, y por delante, un Brooklyn que se mostraba desafiante, pero que luego resultó ser uno de los sitios más carismáticos en los que he estado en mi vida.

Ya que estaba allí, meándome o no, quise tomar varias instantáneas del puente por el que caminaba. De estas alguna va para mi salón!






Una vez terminé de cruzar el puente (y menos mal), tuve que andar otro buen rato hasta llegar a la zona con movimiento de Brooklyn, ya que las primeras manzanas son escuelas, edificios de oficinas, y fábricas, por cuyas calles transita muy poca gente.

Brooklyn es un barrio principalmente de gente negra. Esto no quiere decir que no haya blancos, amarillos y del color que sea, pero casi siempre predominan las personas negras. Te encuentras con el típico negro con chaqueta de cuero y mil complementos brillantes, son realmente muy curiosos y te das cuenta de que las películas a veces cuentan más verdad de la que pensamos.

Por fin encontré el sitio adecuado para mis quehaceres. Se trata de una hamburguesería (cómo no) perteneciente a una cadena, tipo Burger King, pero con algo más de tradición y sabor. Pedí algo de comer y tras la meada oportuna, permanecí sentado en la mesa un rato leyendo mi guía, y de paso descansaba un poco, que a todo esto venía desde la 5º Avenida andando... eso es poco más o menos como ir de Los Bermejales al parque del Alamillo andando, no exajero. Además los callos y rozaduras que tengo dan fe de ello :). Lo malo/bueno de viajar solo es que no tienes a nadie a quien quejarte de que te duelen los pies, jaja.

Brooklyn es un caos, todo el mundo va a su puta bola, hay coches en las calles con música a más volumen del permitido (y la policía pasa un webazo), y cada dos por tres hay un atropello. Mola :).



Estas son algunas fotografías del centro de Brooklyn, y la verdad es que mola un montón. Es un sitio "diferente", simplemente. Eso sí, carismático al 100%. Sus calles de tienen siempre con la mirada de un lado a otro. Parece que todo está dispuesto de manera que no puedas fijar la mirada en un punto en el suelo para no tropezar. De ahí que casi tropiece en un par de veces... y además yo soy de llevar las manos en los bolsillos, con lo cual diría que sigo conservando la boca de milagro :P.

Después guardé la cámara y me dediqué a pasear libremente por aquella zona, perdiéndome si hacía falta, y de hecho así fue. Me perdí a conciencia y disfruté muchísimo de sus calles y sus gentes.

Una vez había visto lo que quería ver tomé una decisión acertadísima: Volver en taxi. Los hebreos sabían de antemano que yo no me volvía andando otra vez ni por un trabajo fijo en Sevilla. Es curioso el tema de los taxis: todos llevan una pantalla táctil en el asiento trasero en la que puedes ir toqueteando para ver donde estás, donde vás, y donde has estado (Back to the future???). No, ya en serio, tienes un GPS y te va indicando por donde vas, de manera que el taxista no puede timarte. A la hora de conseguir un taxi el procedimiento pasa por levantar la mano y esperar. No es como en España, que ves un taxi, levantas la mano, el taxista te ve, y finalmente te recoge. Aquí hay tal cantidad de taxis en circulación que levantar la mano a uno en concreto es absurdo. Aquí se levanta la mano, y si tienes suerte en poco tiempo te para un taxi, pero si no, como es la mayoría de los casos, te puedes pasar varios minutos con la mano levantada esperando que uno libre te vea a ti y no a los otras decenas de personas que quieren coger uno. Lo que se ve en las pelis de que uno levanta la mano y dice "Taxi!!", eso yo, lo que es yo, no lo he visto todavía.

Le pedí al taxista que me llevara al New Museum, un sitio al que tenía ganas de ir, por su diseño y vanguardia, y por estar muy cerca de Chinatown, con lo cual mataba dos gorriones de un tiro. Después de 20 minutos, debido al tráfico, y de 17 dólares (propina incluida) llegué al New Museum.





Veamos, este museo es considerado como uno de los pocos sitios en los que tiene cabida este tipo de arte. ¿Que qué tipo de arte es? Pues ese tipo de arte que roza la verdadera bazofia incomprensible. Tengo que reconocer que incluso para mi mismo, en su interior he visto algunas obras que me han parecido más una muestra de valentía y doscojonismo que de arte propiamente dicho. Y digo valor porque hay que tener los huevos muy bien puestos para exponer algunas de las cosas que he visto hoy. Siento ser tan radical, pero aunque sea muy abierto de mente, hay cosas que no tienen justificación (al menos para mi). Desgraciadamente no he podido tomar fotografías de las galerías porque este museo lo frecuenta muy poca gente, y los guardas están muy pendientes de que no se te ocurra desenfundar la cámara. Tampoco os perdéis mucho. De hecho yo lo he visto entero en menos de 45 minutos.

Bien, ya un poco recuperado del cansancio, me dirigí a Chinatown, de la cual podéis ver parte en las siguientes fotografías.





Chinatown consta de bastantes calles que se entrecruzan, y que cada vez está comiéndole más terreno a la zona de Little Italy (pizzerías y rollos italianos), la cual ahora comprende un par de calles, casi literalmente. ¿Y qué es Chinatown? Pues bien, en este caso se trata de una zona residencial y comercial, compuesta principalmente por chinos, evidentemente. Aquí viven y venden, como quien dice. Hay todo tipo de tiendas: iluminación, electrónica, complementos, y todo petado de falsificaciones a muy buen precio. Hay quien dice que de vez en cuando te proponen ir a un piso oculto y te enseñan cosas no tan falsas, a muy buen precio también (robadas), pero no fue mi caso. Supongo que no me vieron con mucha pinta de comprar un Rolex o un bolso de Gucci.

Chinatown no está mal, pero sinceramente, tampoco me ha parecido una maravilla. Si ha tenido algo interesante ha sido que algunas de sus zonas me ha recordado a alguna que otra escena de una de mis pelis preferidas: Blade Runner.

Por esta zona se puede comer realmente barato y con cierta calidad, aunque como ya comí en Brooklyn tendré que dejar el pato al horno para otro día.

Después de no se cuántas horas de pateo y visita al más puro estilo guiri, pero disfrutando a no poder más, eso sí, me dispuse a tirar para el hotel a soltar algo de lastre intestinal y a descansar un poco, pues de esta noche no podía pasar que subiera al Top of the Rock, el hermano gemelo del Empire State cuando se trata de ver toda la ciudad desde el aire.

Una vez terminados mis quehaceres en el hotel me planté en la 49th: Rockefeller Center. Es un sitio muy interesante con una decoración muy llamativa. Además dispone de una pista de patinaje sobre hielo en la parte trasera del complejo.

Es aquí donde vería por primera vez desde el aire un Manhattan encendido para mi. Puedo decir que ha sido una de las cosas más impresionantes que he visto en mucho tiempo, y de hecho me he pasado un buen rato sentado en el mirador admirando la Ciudad que nunca duerme. Allí solo, ante la inmensidad de cemento y luz, he tenido un momento un poco nostálgico, pero no me ha quedado más remedio que autochasquear yo mismo los dedos para seguir adelante con mi aventura. Si tuviera que resumir qué ha sido ver Manhattan en estas condiciones de luz y altura, diría que jamás hubiera imaginado que tantísimo cemento y ladrillo pudieran despertar en mi tanta admiración. Se trata de una obra maestra de disposición, iluminación y la gran carga emocional que tiene esta aventura para mi. Un 10 para Top of the Rock.

Como anécdota curiosa de la noche diré que cuando me disponía a salir del edificio, esperando el ascensor que me devolvería sano y salvo a tierra firme, la chica de seguridad que se encargaba de controlar el ascensor se dirigió a mi de repente y entabló una conversación conmigo:

Eh tú, ven aquí... - me dijo

Yo claro, pensando que ya la había liado o algo, y que me iba a caer una bronca... Total que me acerco a ella un poco cabizbajo y espero que me suelte la bronca...

Me gusta tu forma de vestir - me dijo con una sonrisilla y mirandome de arriba a abajo

Me quedo un poco perplejo y le digo que bueno, tampoco era para tanto...

Pues yo te veo genial, me gusta esa combinación de la chaqueta con el jersey de rayas, al igual que tus vaqueros... - me dice mientras continúa mirandome de arriba a abajo.

Yo ya no sabía qué decir, así que dije "all I can say is thank you..."

En ese momento llegaba el ascensor y me despedí de ella. Y digo yo, ¿es que acaso tiene uno que recorrer miles de kilómetros para que le suelten un piropo????", tiene cojones...jajaja.

Os dejo con las vistas de la ciudad:








Y bueno, con esto termina mi crónica de hoy... no sin antes decir que el día de hoy ha sido particularmente especial, pues me eché a la calle sabiendo que iba a dedicar un 15% de mi tiempo a la guía de viaje, y un 85% a disfrutar de la ciudad dejándome guiar por mi intuición y mi poca orientación. He disfrutado muchísimo y cada día que pasa me alegro más de haberme embarcado en esta aventura solitaria en cuerpo, pero abarrotada en alma.

Ahora bajaré a echar el último piti, que viene coincidiendo con el final de la crónica diaria, y después toca dormir otro rato, que mañana empieza la cuenta atrás...

Buenas noches a tod@s!!

P.D: Que sepáis que leo con detenimiento todos vuestros comentarios, y que aunque no haga alusiones a los mismos en los posts que escribo aquí, los tengo muy presentes. Muchas gracias chic@s!!!! Sin vosotr@s esto no sería posible :).