El día que llegué

La mañana se presentaba complicada. Ya desde muy temprano empezaron a hacer acto de presencia los despropósitos. En primer lugar, si no llega a ser por mi santa madre, ahora mismo estaría dándome chocazos contra la pared por haber perdido el avión: me quedé dormido... Es algo muy común en mi, cualquiera que me conozca sabe que le tengo especial aprego a las sábanas. Hicieron falta un par de saltos y 10 minutos de agua calentita para darme cuenta de que tenía poco tiempo de maniobra.

Bien, ya nada podía salir mal... o tal vez sí? Efectivamente, en el momento de colocar el candado a la maleta para partir compruebo con cara de O_o que no cabe por el hueco destinado a tal fin. Tenía que comprar otro candado de camino, ya no había tiempo!

Después de conseguir el candado más seguro de todo el mercado (1 euro), cuerpo en taxi a toda vela, llegué a la estación del tren. Allí, tras un rato averiguando qué hacer con los billetes impresos, monté en mi primer transporte hacia la Gran Manzana.

Me gusta el tren. Es un transporte con historia, romántico incluso... A mi izquierda viajaba un señor de pelo blanco, que siempre sonreía cuando me miraba (ummm...). Enfrente, la típica pareja de ejecutivos coñazo. Sí, esos que no paran de gritarse el uno al otro lo bien que llevan sus respectivas empresas, ambos infelices, por supuesto. Y a mi derecha... mi mundo a alta velocidad. Pasé gran parte del viaje mirando a través de ese cristal, en el que lo real se mezclaba con lo fantástico. Crucé miradas conmigo mismo y me dije: “Sí tío, que esto va en serio...”

Nada más bajar del tren lo hice: me encendí un cigarro. No puedo negar que estoy algo enganchado. Es salir de cualquier sitio y me entran unas ganas atroces de fumar. No quiero pensar qué pasaría si trabajase entrando y saliendo de algún sitio constantemente.

Después de varias odiseas en el Metro (en una estación mi maleta pasó, pero yo no... cabrona!), llegué al aeropuerto. La famosa Terminal 4, T4 para los amigos. Quien diga que esta terminal es sencilla miente, así de simple. He pateado la famosa terminal al menos 3 veces (enterita) poruqe al parecer habían cambiado mi vuelo... Además así, en frío, sin avisar. Después de mucho preguntar he conseguido averiguar que mi vuelo lo llevaba Iberia finalmente.

Y ahora os escribo desde el avión. Es curioso... he volado un buen número de veces, pero siempre me parece algo fascinante. Minutos antes de despegar tengo cierto nerviosismo, pero del agradable, del que te hace sonreir. Siempre me quedo embobado mirando por la ventanilla este mundo que dejo a mis pies...

Pedí pasillo, pues en 8 horas de vuelo era muy probable que me levantase a mear unas cuantas veces, y sinceramente, me sabía un poco mal estar molestando al “vecino” constantemente. Bien, pues desde que he llegado me he levantado ya 2 veces... y no por mi, sino por el “vecino”... :D

Tengo ganas de comprobar si es verdad eso que me han dicho: Cuando llegas no puedes evitar tener la boca abierta de la impresión que causa Nueva York. Luego os contaré... :)

Por cierto, es la primera vez que monto en avión después de ver Perdidos... y la da cosilla... :P


6 horas para llegar

Acaban de servirnos la cena. Lo malo es que yo he almorzado hace menos de dos horas, y no poco precisamente... La azafata, o auxiliar de vuelo como prefieren que se les llame, se ha acercado a mi sitio, y con la misma educación de un vendedor de loterías me ha dicho: Albóndigas o pasta???!!!

Qué pasta? - Le dije
Fideuá! - me contestó
Mmm, pues ponga usted pasta, porque a saber cómo serán esas albóndigas... - le dije
Entonces albóndigas? - dijo ella
Vamos a ver... pasta por favor, pasta...

He querido tomarme las molestias de preguntar por el chef... Qué finura dios mio..., qué textura, que mezcla tan acertada de sabores, qué maravillosidad intrínseca llevaba esta fideuá que acabo de dejar entera. Total, que siendo previsor, he tenido que hacerme un par de bocatas en algo que estos señores del aire llaman “pan”. Seguro que al decir bocatas habéis pensado en esos bocatas que nos hacían de pequeño, que rebosaban choped por todos lados, a modo de alas para echar a volar en cuanto nos descuidásemos, y que disfrutábamos engullendo con una sonrisa de oreja a oreja. El “pan” que he utilizado para dicho menester no es capaz de albergar una sóla porción de mantequilla. No puedes, aunque quieras. Te la juegas si lo intentas. Pues como ese, dos.

Voy a ver una peli poruqe me está entrando el mono después de semejante manjar.


4 horas para llegar

El mono es brutal... Ahora mismo vengo del baño y he sopesado realmente los pros y los contras de fumar ahí. Hay una pegatina enorme que dice que seré detenido si lo hago pero... hasta donde serían capaces de llegar? Uff... para compensar he intentado otra cosa: He llamado a una azafata y le he dicho que me apetecía mucho tomar algo de beber. Me ha dicho que me acompañaba al final del avión para dármelo, y en cuanto le he dicho que esperase un segundo para coger la cartera me ha dicho que no hacía falta, que yo no tenía que pagar... Ahora mismo me estoy tomando un whiskazo mientras escribo esto. No es tabaco, ya lo sé, pero al menos se trata de otro estimulante :D.

Aquí está todo bañado por una luz muy tenue, lo cual ayuda a simular un ambiente propicio para tomar un buen (y gratuito) whisky.

Por cierto, acabo de volver a ver Celda 211. La primera vez que la vi no estaba yo muy católico. Llevabas razón, es genial.


En Manhattan




Cogí un taxi nada más salir del aeropuerto. Bueno, miento, realmente lo primero que hice fue fumarme el "sigarraso" que tantas ganas tenía de fumarme...jajaja. Tuve un par de inconvenientes en el paso de aduanas, algunos papeles que no había rellenado y tal... pero al final he puesto cara de enmonao perdido y me han dejado pasar.

Al igual que en "Como conocí a vuestra madre", me ha traído en taxi un conductor hindú. Han sido unos 35 minutos de viaje, y el momento que ha hecho merecer la pena el tute de viaje que llevo hoy ha sido cuando de repente se ha divisado un horizonte lleno de rascacielos... la boca se me abría sola. Iba sonriendo, contento, ya estaba ahí!!!

El taxi me ha dejado en la puerta del hotel, después de abonarle sus 50 pavos, por supuesto. Mi hotel se encuentra a escasos metros del Empire State, de hecho me han dado la planta 8 y las vistas son espectaculares. La habitación está genial, mucho mejor de lo que esperaba. Limpia, cómoda, y bueno... acabo de estrenar el baño. ¿Qué queréis? He almorzado como 3 veces hoy!! Con esto de los horarios y el jet lag ya no sabes si desayunas, cenas, almuerzas... Y claro... eso luego repercute... y bien que repercute! :P

En fin chicos/as, ahora voy a deshacer la maleta, y justo después voy a ir a Planet Hollywood, que está a un par de manzanas de aquí, para recoger un par de cosas y de paso supongo que volveré a cenar! jajaja. Hoy me acostaré temprano, ya que mañana quiero empezar un poco light, e igual me acerco a Central Park a echar un rato por la mañana, y luego Dios dirá.

Ahora sí, ahora sí que empieza mi gran aventura... :)



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